Esas eternas comparaciones… Las personas nos comparamos, todas y todos lo hacemos.
Es normal, es una manera de ver si vamos por un camino u otro.
Y puede ser sano hacerlo, siempre que sea con conciencia.
En los cambios de hábitos y pérdidas de peso no servirà de mucho que te compares con otros y, al contrario, lejos de ayudarte, hasta puede hacerte mucho daño.
Cada cuerpo es diferente, cada mente es diferente. Todos nos implicamos de distinta forma, todos tenemos objetivos distintos, todos hemos vivido unas experiencias u otras, tenemos una historia más o menos larga de dietas y restricciones… ¡TODOS SOMOS DIFERENTES!
Y todo esto puede afectar mucho en cada cambio.
Compárate entonces, por favor, con tu YO del pasado, no con otras personas.
Te puedes preguntar:
- ¿Qué hago ahora que antes no hacía?
- ¿Qué me está funcionando ahora o qué me funcionó en el pasado?
- ¿Dejé atrás el sedentarismo?
- ¿Como frutas y verduras cada día y antes no lo hacía?
- ¿Consumo menos productos ultraprocesados?
- ¿Dedico más tiempo en la cocina que antes?
- ¿Cumplo con las recomendaciones diarias de actividad física?
- ¿Cuántos pasos diarios hago actualmente? ¿Y antes?
- ¿Me implico más en las comidas?
- ¿Miro más las etiquetas de los productos alimentiarios cuando hago la compra?
Y así, cada uno/a que empiece y que siga con lo que más le apetezca empezar (hay quien decide empezar por poner una fruta al día como mínimo, hay quien prefiere empezar por reducir el exceso de azúcares libres en su alimentación, otros prefieren empezar por la actividad física…), avanzando poco a poco, pero sin pausa.
Que las comparaciones sean contigo mismo/a, no con otros.
Por último, siempre avisamos que las recaídas son normales. Lo importante es levantarse otra vez, pero no se vuelve al principio otra vez, si no que ya se habrá aprendido algo.
Feliz lunes 🙂